NEPAL ( Un paseo entre los sueños)

Y de unos metros sobre el nivel del mar a unos metros bajo el nivel del cielo Debe de ser que la falta de montes en La Mancha nos despierta la curiosidad. Bueno, mas que de montes, ausencia de cumbres de relevancia internacional.

Yo recuerdo que cuando era crío estos países solo aparecían en los cuentos, no en nuestros mapas que nos presentaban al continente asiático como un maremagnun de nombres unos montados encima de otros y que solo dejaban leer India y China, y además en la escuela nos los pasaban como por alto, vamos que solo para los que iban a por nota. Y eso la India, que el Nepal yo casi no lo descubrí hasta que los hippies se iban asentando por la libertad para fumar marihuana y lo barato y exótico que era.

Ahora la cosa ya ha cambiado y es un constante constatar el aborregamiento y la falta de respeto del turista de masas. Es imposible hacer una foto sin que te salga una funcionaria de la Generalitat o unas maestras del País Vasco. No hay quien se aparte y mucho peor es que a pesar de que te vean enfocando nadie se corta de meterse en el encuadre. Se pensarán que me he ido al templo de los monos en el valle de Katmandú para ver lo bien que se alicatan las mujeres viajeras españolas. O para ver el disfraz de conductor de elefante que se ha comprado el yuppie de Torrelodones.

Pero todo tiene sus compensaciones a pesar de estos inconvenientes. Viajar a Nepal es viajar a un país del mundo de los sueños, la gente, la arquitectura, el respeto del nativo y la amabilidad de la que hacen gala. Y que decir de las tiendas. Es imposible comprar algo feo incluso si te empeñas, que mira que hay gente que se empeña .

Katmandú, Patán ( patrimonio de la humanidad), Swayanbunath con su templo de los monos, la stupa de Bhuda, Bhaktapur, etc. ( pero no muchos etcéteras porqué tampoco me dio tiempo a ir a muchos sitios). La pena fue que me cayó todo el agua de la primera parte del diluvio y las fotos no salieron como a mi me gustan a pesar de que algunas si que han conseguido efectos bonitos.

Texto y fotografías: Angel Fernández Andrade