Un paseo por las nubes sin despegar los pies de la tierra e imaginando cómo se les pudo ocurrir que aquellos artilugios iban a ser capaces no sólo de remontar el vuelo, sino de volar. Y una vez conseguido, unos aparentemente simples armazones de madera recubiertos de hule y hala, a surcar los aires.
Eso en los orígenes, porque pensar que también podrían volar los monstruos que lo hacen hoy, también tiene su aquél.
Un museo que debería estar más publicitado y promocionado porque te permite pasar una agradable mañana paseando entre el pasado, el presente y el futuro de la aeronáutica.
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