Las letras mayúsculas se quedan pequeñas cuando se trata de escribir sobre María José Castaño y su obra. Con que delicadeza le gusta arrancar el aliento y el color a la naturaleza para hacerlos habitar para siempre en su obra, multiplicando por cien sus tonos, su intensidad y su magia para que la vista se pierda en un mar de sensaciones que solo ella sabe trasmitir.
La fuerza de sus pinceladas parecen provenir de un proceso de reflexión que acaba estallando en una vorágine creativa que la deja extenuada hasta que se cansa de estarlo y comienza de nuevo .
En esta exposición nos hace flotar en un universo de misticismo y color reinventando el claustro de Santo Domingo de Silos y dotando de eternidad al ciprés.
Espero poder ir a verla y disfrutar como disfrutamos viendo la Exposición en el Centro Cultural de China en Madrid. Lo prometido es deuda¡¡¡¡
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