domingo, 10 de agosto de 2014

Estambul 2014 ( Turquia )



Es un verdadero placer poder pasear por Estambul sin la presión de tener que llegar el primero para no  esperar mucha cola y poder visitar con cierta calma cualquier palacio, mezquita o monumento sin tener que andar dándose  codazos con el resto de miles de turistas que visitamos la ciudad.

Poder pararse en un escaparate, sentarse en un café a esperar que pase el tiempo, recorrer cualquier calle y admirar no solo los monumentos, sino también las fachadas de un montón de edificios que la prisa hace que nos pasen desapercibidos.


























































La vista desde el Café Pierre Loti pudimos admirarla gracias a la amabilidad de Fehmi Kaya, buen comerciante y mejor anfitrión, que puso un coche a nuestra disposición para poder visitar este y algún otro rincón emblemático de la ciudad. Más que conductor, nos acompañó un buen amigo.




La Torre y el Puente Gálata.













Vendedores de castañas en Istiqlal Caddesi




Antiguas librerías conviven con modernos cafés, salas de exposiciones y comercios de todo tipo.

























 La bulliciosa Plaza Taksim.






































































El Puente Gálata, con la planta superior abarrotada de pescadores y la inferior con sus típicos restaurantes donde degustar todo tipo de pescado y gastronomía turca.
















La mezquita de Santa Sofia. Qué puede decirse que no esté ya escrito. Y como siempre con algún que otro andamio acechándote para que no puedas conseguir tu ansiada foto. De todas formas hay mezquita suficiente para completar el reportaje.

















































La Mezquita Azul o del Sultan Ahmed, enfrente pero no enfrentada a Santa Sofia y conformando una de las plazas más bellas del mundo. Construida en el lugar que ocupaba el Palacio de Constantinopla es la única que tiene seis minaretes.



















La columna de Constantino en origen estaba recubierta de placas de bronce narrando las conquistas de Basilio I. Está situada en lo que fué el Hipódromo al igual que el obelisco de Teodosio y la Columna Serpentina, o lo que queda de ella ( las cabezas de las serpientes se conservan en el Museo Arqueológico de Estambul )







La Mezquita de Suleyman, grandiosa. Incendios y terremotos hasta llegar a los años cincuenta del siglo XX en que fue restaurada por última vez.

























La Yeni Cami o Mezquita Nueva, situada enfrente del Puente Gálata y al lado del Bazar de las Especias o Mercado Egipcio. Dos visitas obligadas, una para admirar y la otra  para comprar. De la calidad del té turco y del té de jazmín doy fe, todavía los estoy saboreando.




























La Mezquita de Fatih y su preciosa fuente de abluciones octogonal. Es de las más grandes y hermosas de Estambul.

























El detalle de las oraciones grabado en la base de bronce de las columnas del patio.



















La Mezquita de Çemberlitas, situada al lado   de la columna del mismo nombre y del Hamám, quizás el  baño turco  más visitado de todo Estambul. Es como un viaje al pasado, el tiempo y la prisa se quedan detenidos en la puerta. 






















Las tumbas de Murad III, Mehmet III y Mustafá I, situadas alrededor de Santa Sofia. La de Mustafá I se encuentra  en el antiguo baptisterio .











































La iglesia de San Salvador en Chora, también conocida por Kariye Cami, constituye una explosión de arte y belleza bizantinos. Como todos los monumentos de esta ciudad ha sufrido terremotos, saqueo de cruzados y destrozos en la época iconoclasta. Es una pena que no pudiese ser visitada en su totalidad, pero la parte abierta al público colma las expectativas del turista más exigente.
































































El harén del Palacio de Topkapi, primera visita del complejo palaciego, nos sorprende con sus muros completamente cubierto de azulejos decorados con miles de motivos y versículos del Corán. Una explosión de belleza al servicio de las cautivas de lujo que allí moraban y que tenían que pelear diariamente las unas con las otras para proteger su posición y a sus vástagos.






















































El Palacio dejó de ser residencia oficial cuando se construyó el de Dolmabahçe. Su museo alberga piezas de increible belleza tales como la daga con las tres esmeraldas, los candelabros de oro y diamantes, el famoso Ksikci Elmaci ( diamante en forma de pera de 86 kilates), el cráneo de San Juan Bautista, porcelanas y un largo etcétera. Y sin olvidar las reliquias del profeta, diariamente visitadas por los creyentes musulmanes.

Las cocinas albergan la más importante colección de porcelana china fuera de China. Pero por desgracia estaban en proceso de restauración y no pudieron visitarse.


































El Museo Arqueológico, también en obras, a pesar de ser de los más ricos de la antigüedad, solo permitió visitar las salas con las piezas de la Tumba de Sidón y la que alberga el sarcófago de Alejandro, pieza de una hermosura sin igual y que justifica la visita. También son de resaltar las partes que se conservan de la Puerta de Ishtar.




















































































Un guiño al arte de mi querido Yemen. 













El Palacio de Dolmabahçe, una explosión de lujo y barroquismo construido en el siglo XIX. No se permite hacer fotos pero siempre hay algún momento de despiste de los vigilantes, pocos, todo hay que decirlo. Y tampoco es cuestión de que te vayan llamando la atención a cada momento. Todo es grande y rico y grande, los muebles, las lámparas , las porcelanas, los mármoles, etc. , etc. Y con unas vistas maravillosas sobre el Bósforo.




























































La Cisterna de la Basílica, hermoso depósito de agua que alberga dos  cabezas de Medusa utilizadas como base de columnas. Se construyeron durante la época bizantina.























Y de nuevo a callejear y a dejar constancia de esos pequeños detalles que se van observando en escaparates y fachadas.






















































El pavo real de Dolmabahçe. No sé si el show iba incluido en la entrada pero fue verdaderamente hermoso ver como desplegaba todas sus "armas" para tratar de sorprender a una desagradecida pava que no le hizo ni caso.

























Mi pequeño homenaje a los adorables gatos de Estambul, mimosos como ellos solos y que sabían ganarse la simpatía y el cariño de casi todos los turistas.




























Y sin olvidarnos de uno de los perros de la Plaza de Santa Sofia.