Todo un clásico de los viajes a Vietnam. El minicrucero por la parte de la bahía reservado a los barcos de turistas, con sus miles de islotes, algún que otro asentamiento de pescadores y finalmente la visita a la cueva de Hang Dau Go, espectacular y lo suficientemente grande como para absorber toda la cantidad de turistas que la visitamos sin que nos lleguemos a agobiar unos a otros. En la entrada es donde te das cuenta de la cantidad que barcos que andan pululando por allí y que milagrosamente están tan bien repartidos mientras navegas por la bahía que parece que estás haciendo todo un descubrimiento de un paraje virgen. Nada más lejos de la realidad.
Hay vistas espectaculares.
Imposible cansarse de hacer fotos para guardar lo que olvide la retina.
Y dejando constancia de mi paso por allí.
El interior de la cueva Hang Dau Go.
La pagoda Con Son en homenaje a Nguyen Trai, visitada por miles de estudiantes.
Campos de arroz.
El , algo más que bien alimentado, hijo del campesino de la siguiente foto. Dirigiendo el ganado desde la bicicleta para no cansarse. Vamos , un pastor tradicional.
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