viernes, 18 de julio de 2014

Isfahán ( Irán )


Es una ciudad que apabulla por su belleza y su grandiosidad, el bullicio de sus calles y bazares y por sus mezquitas, jardines y palacios.

Qué se puede decir de la plaza de Naqsh-e Yahán, hoy rebautizada como Plaza del Imán Jomeini, y una de las más grandes del mundo. Está rodeada por el Palacio Ali Qapu, profusamente decorado en su interior con hermosas pinturas murales, y con una sala de música bellamente adornada para apreciar mejor las voces y sonidos. Por la Mezquita del Shah, grandiosa y completamente recubierta de bellos azulejos, al igual que la del Sheikj Lotfollah. Impresionan sus cúpulas por su altura y perfección. Parece mentira que puedan mantenerse así.

Toda la plaza está bordeada por un bullicioso bazar digno de las mil y una noches, con negocios de todo tipo, metal, tejidos, miniaturas en hueso, lacas, cristal ....., además de productos de alimentación y vestido de uso común.

Un poco más apartada pero siempre en el centro histórico de la ciudad, se encuentra la Mezquita del Viernes. Sus cúpulas, muros y columnas construidos en ladrillo visto impresionan por su grandiosa sencillez. Suponen el contrapunto perfecto a la barroca decoración de las anteriores.























  









































































































Los jardines y palacios de Chehel Sotun, con su Salón de Espejos y el Salón Real ricamente decorado con pinturas murales, 

















  


















 y el de Hasht Behest, más pequeño pero no por ello menos importante y original. Es una construcción de dos pisos de altura compuesta de 8 estancias, distribuidas alrededor de una sala central.


































La catedral de Vank, joya del arte armenio y completamente decorada con frescos. Arquitectónicamente similar a las salas de muchas mezquitas, y que incluye un pequeño museo donde además de exponerse pequeños tesoros de arte religioso armenio, se recuerda en imágenes y textos el olvidado genocidio de ese pueblo.












































Los ricos puentes de Kaju y Sioseh Pol, hoy sobre cauces secos pero no hace mucho dejando pasar las aguas bajos sus innumerables ojos.



  














El bullicioso bazar, imposible de describir. Hay que estar allí, no basta con verlo 


















Y algunos de los bellos rincones fuera del circuito turístico habitual y que pudimos admirar gracias a nuestro querido amigo Ahmad.





































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