Es como viajar quinientos años atrás. Si no fuese por el turismo podríamos pensar que estamos en pleno Renacimiento bohemio. Una ciudad muy bien conservada y con el tamaño justo para pasar una jornada agradable y sin prisas. Y a ser posible sin la lluvia que nos recibió y que nos acompañó durante todo el paseo. Incluso así merece la pena mojarse y pasear.
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